Crecimiento sostenido e inclusivo.

Guillermo Le Fort :

Crecimiento sostenido e inclusivo.

Avanzar hacia sociedad de personas libres y responsables
El desarrollo económico no es un fin en sí mismo, es un medio para avanzar hacia hacer de Chile la comunidad país que queremos, que reconoce a todos y a cada uno como hombres y mujeres libres y responsables, sujetos de derechos y deberes y protagonistas de su propio destino.  Eso es mucho más que ser ciudadanos iguales receptores de derechos garantizados por el Estado.  Este desarrollo implica una economía integrada, dónde cada uno haga su aporte y participe de los beneficios generados; dónde se combinen armónicamente la eficiencia con la equidad, la competencia con la cooperación, y los incentivos con la inclusión.  Esto es posible en el marco de una economía social de mercado que es vehículo para el crecimiento inclusivo.
El crecimiento económico sostenido genera oportunidades de progreso y ayuda a superar carencias y por tanto a reducir la pobreza.  Y aunque en principio no todos se vean favorecidos automáticamente por este proceso, siempre es posible lograr una mayor inclusión a partir del solo crecimiento. Pero además el crecimiento permite el financiamiento de políticas sociales que buscan ampliar el acceso de la población a los frutos del desarrollo y a proveer las herramientas que permitan a sectores más amplios participar activamente de este proceso, contribuyendo sus capacidades y esfuerzos y participando de los frutos que les permiten alcanzar logros basados en sus propios méritos.
Crecimiento condición Necesaria para el Desarrollo
El crecimiento sostenido es una condición necesaria, pero no suficiente para el desarrollo. No basta con crecer, también políticas sociales efectivas y bien gestionadas son necesarias para hacerlo inclusivo.  Pero sin crecimiento sostenido ninguna gestión de políticas puede ser exitosa, los recursos se agotan y el progreso y la inclusión se extinguen.  Lamentablemente, la economía chilena ha estado creciendo a tasas muy bajas, en torno a 2% anual o menos ya por tres años consecutivos, y en lo inmediato no se esperan mejoras.  Para un plazo más largo, el próximo quinquenio, los pronósticos son algo mejores, 3.5% anual promedio. Esta tasa es inferior a la registrada en cada quinquenio desde 1990 en adelante, lo que revela que nuestra capacidad de crecer sostenidamente se ha estado deteriorando. El crecimiento puede ser aún más bajo si no quebramos esta tendencia con acciones concretas y menor aún si el pesimismo que insistentemente predican algunos termina por hacerse realidad.
Para enfrentar esta compleja situación se hace necesario impulsar una agenda pro crecimiento, con tres vectores principales:  impulso a la inversión, a la generación de empleos y a la ganancia de productividad.  Esta agenda debe ser capaz de renovar las confianzas en el futuro de Chile y su economía, permitiendo superar el negativismo de algunos que rechazan el valor de todo lo logrado en el último cuarto de siglo, y el pesimismo de otros, que creen que el futuro necesariamente será cada vez más oscuro.  Solo así podremos generar un nuevo proceso de crecimiento auto sostenido, o regenerar el que tuvimos por la mayor parte de los últimos 25 años.
Agenda pro crecimiento; vector de la inversión
La inversión ha bajado, por la pérdida de confianza, la incertidumbre política y económica y los menores precios del cobre y las peores condiciones externas.  Respecto al precio del cobre y las condiciones externas no se puede hacer nada, pero las confianzas son recuperables y los pesimismos reversibles.  Pero tan solo sostener una tasa de inversión estable en este ambiente de desconfianza es tarea difícil y hace necesario reforzar la idea de un marco político y económico estable y previsible.

  • Es importante para ello preservar la estabilidad macroeconómica asegurando que la inflación se mantendrá bajo control y que el Banco Central cumplirá reiteradamente su meta.
  • Es vital reforzar el compromiso con el balance estructural en la definición de la política fiscal:  Especificando metas razonables y pasos para reducir el déficit estructural a algo menos de 1% del PIB en los próximos años.
  • Favorecer la cooperación público-privada para llevar adelante concesiones en infraestructura, sobre todo considerando los cuellos de botella y las falencias existentes en logística y transportes, y el poco espacio que dejará para la inversión pública el cumplimiento de meta fiscales.
  • Es importante estimular y proteger el ahorro, con un sistema tributario justo, a igual ingreso igual tasa, simple, sin variedad de regímenes, y efectivo en recaudar.  Que elimine la evasión, pero que no castigue el ahorro con doble tributación.
  • Un sistema financiero estable y bien regulado, que asigne eficientemente los recursos y que descubra y denuncie el aprovechamiento y el fraude.

Agenda pro crecimiento; vector del empleo formal
Una agenda que impulse el crecimiento requiere para su éxito ser mucho más que una agenda pro inversión.  El empleo formal es una palanca poderosa para generar crecimiento económico e inclusión social. En particular las reducciones en la tasa de desocupación y el incremento en la tasa de participación que permiten que más integrantes de cada hogar agreguen ingresos al presupuesto familiar impulsa crecimiento.  Por cada punto de reducción en la tasa de desempleo efectiva o de incremento en la tasa de participación se agregan 0.2 puntos de mayor crecimiento del empleo y 0.1 puntos de mayor crecimiento del PIB en el próximo quinquenio.
Una reforma pro empleo que busque estimular la incorporación de la mujer a la fuerza de trabajo permitiendo, por ejemplo, el trabajo part-time y a distancia, y favoreciendo el desarrollo de centros de cuidado de infantes y de educación pre escolar, podría tener importantes efectos sobre la tasa de participación de las mujeres en el mercado laboral.  Un incremento de la flexibilidad laboral desarrollando nuevas formas de contrato laboral no sujetas a altos costos de despido, pero con seguros portables, podría tener como resultado una baja importante en la tasa de desempleo y una reducción de la amplia informalidad en el mercado laboral.  Hoy por hoy más de 1/3 de los que se registran como ocupados no cotizan en el sistema previsional, agregando a los desocupados se llega a una tasa de casi 40% de la fuerza laboral que no tiene cobertura previsional; ellos o no tienen empleos, o sus empleos son precarios, con muy pocas horas de trabajo efectivo, bajos salarios por hora y muy bajos ingresos personales y familiares.  Ellos no son sujetos de negociación colectiva ni de sindicalización; están fuera del sistema y deben ser incorporados.
Más empleo con bajos salarios ayuda, pero solo hasta por ahí no más; para que los salarios reales crezcan sostenidamente se requieren incrementos en la productividad. Para esto es fundamental ampliar los mecanismos de capacitación de la mano de obra, incluyendo los relacionados a la educación técnico profesional, lo que es todo otro tema. Pero también ayuda el incremento general de la productividad en la economía.
Agenda pro crecimiento; vector de la productividad
El tercer elemento de la estrategia pro crecimiento es una agenda de productividad. El aumento de la productividad total de factores (PTF) es la piedra angular del crecimiento económico sostenido.  Lamentablemente los resultados recientes han sido muy poco alentadores con una tasa de variación negativa de la PTF en los últimos años y con una proyección para su crecimiento futuro a tasa muy reducida.
Impulsos al crecimiento de la PTF incluyen reforzar la reducción de costos y la diversificación de la matriz energética, impulsando la generación con recursos renovables: solar, hidro, eólica.  Otros elementos que además de la eficiencia en la generación de la energía eléctrica podrían contribuir a elevar la expansión de la PTF incluyen masificar la incorporación de tecnologías, ampliar la innovación, incrementar la competencia y eliminar distorsiones en los mercados de bienes y de factores.

  • La integración de la tecnología digital a los procesos productivos parece estar generando impactos significativos en los sectores de servicios, pero aún no tantos en otros sectores como la manufactura y la construcción.
  • La innovación desarrollando nuevos procesos y productos para la exportación y el consumo interno sigue estando al debe. El fomento de sectores productivos en la forma de “clusters” o agrupaciones de productos y servicios relacionados a alguna de las exportaciones tradicionales parece ser una vía prometedora para mejorar productividad.
  • El incremento de la competencia y la eliminación de distorsiones, barreras a la entrada y prácticas de competencia desleal, en mercados de bienes y servicios, también aumentan la productividad.  Facilitar la creación y desarrollo de empresa pequeñas y medianas es una vía para mejorar la competencia como lo es también reforzar la legislación anti monopolio.
  • La protección a los consumidores y las mejoras de la eficiencia no pueden estar limitadas al sector privado.  Los servicios del Estado deben también contribuir a mejorar la eficiencia y a la vez respetar los derechos de los usuarios de ellos.  No solo ello contribuye al crecimiento de la productividad, además la calidad de los servicios del Estado impacta fundamentalmente en los más pobres, generando una doble razón para darle prioridad.

¿Qué falta para hacer realidad estos incrementos? ¿Cómo pueden el Estado, los privados, las Universidades cooperar para su logro? Son temas que deberemos trabajar.
La importancia del crecimiento
La tasa de crecimiento tendencial del PIB proyectada para el próximo quinquenio es inferior a todos los anteriores desde 1990, y podría ser menor todavía.  Para recuperar el crecimiento debemos focalizarnos en una agenda con tres vectores: Reforzar la confianza de los inversionistas; buscar una aceleración del crecimiento del empleo efectivo, e impulsar la tasa de expansión de la productividad. Esto requiere políticas bien orientadas y también liderazgos creíbles con visión de futuro, que por una parte proyecten mantener los avances logrados en estabilización macroeconómica y financiera y, por la otra, defina y focalice los cambios institucionales necesarios, subrayando con claridad y responsabilidad los elementos que se deben conservar y los que se deben cambiar y mejorar.
El fracaso de una agenda pro crecimiento podría significar que la desaceleración que nos afecta se profundice y que el crecimiento del PIB en tendencia siga bajando y que la economía entre en un estancamiento secular dándole así la razón a los profetas del fracaso.  Pero hasta un 1% menos en la tasa de crecimiento anual promedio del PIB hace una gran diferencia, para que hablar del estancamiento secular.  En solo 5 años un 1% anual menos en la tasa de crecimiento del PIB chileno significaría sobre 40 mil millones de dólares menos de PIB acumulado y sobre 10 mil millones de dólares menos de tributación acumulada. En solo 5 años se perderían los recursos equivalentes a unos 20 hospitales regionales, o a muchos puentes bien construidos.  No es una bicoca. Ignorar el crecimiento tiene serias consecuencias.

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